Desde el 7 de julio ya no se exigirá la prueba del COVID-19 para vuelos domésticos, dice ministro de Transporte

Los viajeros que usan las rutas aéreas domésticas ya no necesitarán de una prueba de COVID-19 para abordar un avión desde el 7 de julio. La medida solo estará en vigencia hasta el 6 de julio.

Gabriel Martínez, ministro de Transporte y Obras Públicas, ratificó ayer que después de esa fecha se volverá al protocolo anterior, que no exigía esas pruebas rápidas a los viajeros de las rutas internas.

La toma de las pruebas surgió a raíz de que en los primeros vuelos entre Quito y Guayaquil se reportaron casos confirmados de COVID-19.

Durante un foro virtual en el que se analizó la industria de la aviación, Martínez aseguró que “se puede hacer modificaciones en el camino”, pero ya no retroceder al adoptar el cierre de los aeropuertos o restricción de los vuelos comerciales.

Ecuador es el único país de la región que dentro de sus protocolos para viajes nacionales e internacionales exige la pruebas de COVID-19 como requisito para movilizarse.

Alejandro Restrepo, mánager de Seguridad y Facilitación para la Asociación Internacional de Transporte Aéreo (IATA) en las Américas, indicó que las pruebas de coronavirus pueden tener un efecto disuasivo para atraer a los pasajeros.

El funcionario señaló que si se toman pruebas debería ser la base para eliminar otras medidas como las cuarentenas que se exigen al viajero.

Las aerolíneas que operan en Ecuador han iniciado sus operaciones con una demanda moderada de pasajeros. Según datos de la IATA, hubo un crecimiento de apenas 3,5 puntos porcentuales en las dos primeras semanas después de la reapertura de los aeropuertos.

Daniel Leng, director de Latam Ecuador, señaló que han visto cierto impacto en la demanda cuando se incorporó la exigencia de las pruebas, pues estas tienen un costo adicional para el pasajero. “Si bien nos impacta en la demanda no nos impide seguir operando”, dijo.

Latam, que antes tenía unos 40 vuelos diarios en el Ecuador, está realizando de una a dos operaciones al día desde que se reactivó la actividad.

El ejecutivo de esa compañía explicó que han adoptado una serie de medidas de bioseguridad en las cabinas de sus aviones para dar más confianza a los viajeros. “Nosotros no tenemos ninguna tripulación que se haya contagiado en vuelo”, indicó Leng.

Avianca, otra de las aerolíneas que compiten en el mercado doméstico, aún está analizando retomar rutas como Coca y Galápagos. María Beatriz González, gerenta comercial de Avianca Ecuador, estimó que en este mes podrían volver a esos destinos.

Según ella, en las rutas que ya están volando en Quito, Guayaquil y Manta tienen un factor de ocupación del alrededor del 60 %.

Los especialistas anticiparon una lenta recuperación en el tráfico de pasajeros en la región tras el bajón. La reducción de vuelos en América Latina fue del 84 % por la emergencia del coronavirus.

José Ricardo Botelho, director de la Asociación Latinoamericana y del Caribe de Transporte Aéreo (ALTA), estimó que recién en el 2025 se logrará los niveles de pasajeros que se manejaban en el 2019.

“Será un crecimiento lento”, anticipó Botelho, quien reveló que solo en abril se movilizó en la región un millón de pasajeros, algo que se asemeja al registro de 1960.

Botelho indicó que el impacto del COVID-19 ha afectado a toda la cadena del sector turístico.

El viceministro de Turismo, Ricardo Zambrano, indicó que Ecuador tiene una estrategia de reactivación, como procesos de diferimiento a nivel tributario, y una agenda para tratar de recuperar la conexión que se tenía antes de la pandemia.

Zambrano señaló que será necesario impulsar paquetes multidestinos y seguir con campañas para promover el país. (I)

El impacto para el turismo

La pérdida económica en el sector turístico por efectos del COVID-19 en Ecuador bordea los $250 millones en la contribución directa al Producto Interno Bruto (PIB).

John Meisterl, economista de la Asociación Internacional de Transporte Aéreo (IATA), señaló ayer que si se considera el aporte de los sectores conexos las pérdidas alcanzarían $1800 millones al PIB.

Los empleos directos en riesgo llegan a 7400 en Ecuador.

Fuente: El Universo