La riqueza escondida de Valledupar que el Gobierno debe aprovechar

Cuando Iván Duque aún no había ganado la presidencia y el tema de la economía naranja no era una prioridad en la agenda gubernamental, propuse la creación del Distrito Naranja de la capital mundial del vallenato en el artículo ‘El encanto naranja de Valledupar’, que publicó EL TIEMPO en abril del 2018.

Ya posesionado el presidente Duque y esbozados los primeros delineamientos de su plan de desarrollo, se comenzó a hablar de Áreas de Desarrollo Naranja (ADN), definidas como “espacios para desarrollar desde la sinergia de un tridente transformador, compuesto por clústeres creativos y culturales, fortalecimiento de comunidad y mejoramiento de negocios locales. Las ADN son áreas (hubs) de actividad económica, que promueven la identidad y la vocación creativa de las comunidades, a la vez que se configuran como lugares atractivos para emprender, atraer visitantes y habitar. Generando una masa crítica de creativos que incentivan la inversión privada y pública en el sector” (tomado del documento Estrategia Colombia Crea 2030).

Pero el Plan Nacional de Desarrollo 2018-2022 dice en el artículo 179: “Se entiende por Áreas de Desarrollo Naranja (ADN) los espacios geográficos que sean delimitados y reconocidos a través de instrumentos de ordenamiento territorial o decisiones administrativas de la entidad territorial, que tengan por objeto incentivar y fortalecer las actividades culturales y creativas previstas en el artículo 2 de la Ley 1834 de 2017”.

En los primeros meses del año, antes de ser aprobado el Plan de Desarrollo, escribí la columna ‘Valledupar ADN’ en Portafolio, proponiendo un ADN regional que incluiría municipios del Cesar y de La Guajira.

El alcalde de Valledupar ha hecho un esfuerzo enorme por visibilizar a Valledupar como una ciudad naranja y el presidente Duque y su equipo han dejado translucir su interés por apoyar la ciudad del festival cultural más famoso del país.

Un amargo sabor

Sin embargo, pese a lo anterior, la noticia de las primeras ADN seleccionadas dejó un amargo sabor en la ciudad. Valledupar no estaba ahí. Y cuando se revisa qué fue lo escogido en Cali, Medellín, Manizales, Barranquilla y Bogotá, como beneficiarios de la norma del Plan de Desarrollo, cabe preguntar si toda la alharaca de la discusión legislativa era necesaria o mejor se hubieran reglamentado vía un proyecto de ley normal o, incluso, un decreto reglamentario de la ley naranja.

El Plan de Desarrollo les creó unas expectativas a regiones, a ciudades, no a proyectos intraurbanos ya reconocidos y con apoyos del sector privado ya establecidos.

Valledupar es el nodo de una región que incluye más municipios de los que sugerimos para lo que sería la primera ADN regional de Colombia. Hoy, estudios privados con el objetivo de determinar movilidad para proyectos comerciales o medir el impacto de la llamada piratería terrestre demuestran que a la capital cesarense ingresan no menos de 4.400 vehículos particulares por día, con no menos de 18.000 pasajeros diarios.

La ciudad se ha convertido en una prestadora de bienes y servicios de una inmensa área geográfica que abarca municipios de Cesar, La Guajira e, incluso, Magdalena y Bolívar. Y ha crecido mucho, demográfica y urbanísticamente, pero viene arrastrando el sinsabor de ser una de las ciudades con mayores índices de desempleo del país. En los últimos meses, la medición del Dane la ubica en el segundo lugar, por debajo de Quibdó.

El éxodo venezolano la ha golpeado. Además, porque, como lo dije hace un año en el artículo de EL TIEMPO, en los últimos 20 años no se ha creado una sola empresa del sector real en la ciudad. Cuando lo dije me llamó un amigo de Valledupar a decirme que estaba equivocado y mencionó tres empresas que sumadas no generan cien empleos directos. Incluso, hemos fracasado hasta como ganaderos o agricultores. Y lo digo por el fracaso de Coolesar y la ruina del algodón y la antigua procesadora de la fibra, Federaltex.

¿Alguien sabe en qué estado se encuentra la casa donde crecieron los hermanos Zuleta, en Villanueva?

Con la excepción de los cultivos de palma africana y el empuje agroindustrial de Carlos Murgas Guerrero, cuyo epicentro está fuera de Valledupar y de su posible ADN, no tenemos nada que mostrar. Hasta el Centro de Desarrollo Tecnológico de la Ganadería ha sido un fracaso.

Es la verdad monda y lironda de la capital del Cesar que, además, viene presentando un resquebrajamiento de sus indicadores de seguridad. Con la llegada de Iván Duque a la presidencia y los nombramientos de una pequeña camada de tecnócratas, nacidos o criados aquí, pensamos que el Gobierno Nacional volcaría sus ojos hacia acá, pero hasta ahora han sido puros anuncios, globos y platillos. Pura bulla, nada más.

¿Qué hacer? Ya las empresas de carbón vienen reduciendo sus nóminas. Hay tres centros comerciales al borde del fracaso. Hay rumores de que la contratación de la Gobernación del Cesar y de la Alcaldía de Valledupar han privilegiado empresas foráneas. La nómina de contratistas de las entidades estatales no se puede estirar más.

Valledupar ha vivido de espaldas al río que la vio crecer. Vale la pena mencionar que la ronda norte del río Sinú permitió un desarrollo urbanístico de estratos altos que nadie hace 30 años se imaginaba en Montería. Y Valledupar, así como ha vivido de espaldas al río Guatapurí, también ha desconocido el potencial del folclor vallenato y de todo lo que irriga en la economía de la región.​

Un mapeo de esta economía

El ADN de Valledupar

La plaza Alfonso López, remodelada hace poco. Mantiene su monumento, pero el piso ahora es blanco, tiene nueva tarima y salón de la fama de los reyes vallenatos.

Foto:

Nestor Gómez / El Tiempo

Vengo reclamándole al alcalde Augusto Ramírez Uhía la contratación de un profundo y riguroso mapeo de la economía naranja de la ciudad. Sabemos que Mincultura con Findeter lo van a contratar, y lo único que quiero es que tengan en cuenta a los actores locales y a esta iniciativa de carácter regional que propuse desde el año pasado, que sería una oportunidad para potenciar el concepto de las áreas de desarrollo naranja propuestas en el Plan de Desarrollo del presidente Duque y que es bandera de su administración.

¿Por qué una ADN regional? Hay unos circuitos y un tejido social, económico y cultural que conectan a Valledupar con La Paz, San Diego, Manaure, El Paso y Pueblo Bello (en el Cesar), y La Jagua del Pilar, Urumita, El Molino, Villanueva y San Juan del Cesar (en La Guajira). En esos municipios está la base de las agrupaciones vallenatas más representativas y, también, viven la mayoría de los compositores –dato de Sayco–, a quienes estas agrupaciones les graban los temas.

La región necesita un mapeo que incluya un análisis de la dinámica económica de esa población en esos municipios. ¿Cuánto ganan mensualmente?, ¿cuánto consumen?, ¿cuántos tienen casa propia?, ¿cuántos están en arriendo? y todas las preguntas que los especialistas decidan incluir.

Ese mapeo debe determinar la plataforma o la base que permita consolidar un clúster de la música vallenata. Necesitamos a Carlos Vives y a Silvestre Dangond comprometidos con esa causa. Aquí deben grabar esos grandes, también. No solo las agrupaciones con menos renombre. Necesitamos construir un círculo virtuoso de empresas de producción discográfica que incluya las empresas de litografía local, y la ciudad está en condiciones de cumplir con los requerimientos de un artista, desde los músicos hasta los afiches, pasando por preproducción, producción y postproducción. Hay cuatro estudios de grabación de talla mundial en Valledupar.

¿Alguien sabe en qué estado se encuentra la casa donde crecieron los hermanos Zuleta, en Villanueva? Ahora que Caracol TV anuncia una telenovela basada en su vida, habrá un deseo de conocer todos los lugares en que vivieron. Eso pasó con la famosa casa de la ventana marroncita, en La Junta (corregimiento de San Juan), después de la novela basada en la vida de Diomedes Díaz.

¿Cómo está la casa paterna de los hermanos López en La Paz? ¿Alguien se ha preocupado por la carretera entre La Jagua del Pilar y Manaure, para poder ir al famoso corregimiento de El Plan, inmortalizado por Emiliano Zuleta, el viejo? ¿Sabía, amigo lector, que ya existe la Casa Museo de Alejandro Durán en El Paso? O que Nabusimake, ciudad sagrada de los arhuacos y koguis, arriba de Pueblo Bello, es de los destinos de etnoturismo más buscados por los extranjeros que visitan el país.

Ese mapeo debe incluir los delineamientos para terminar el Mirador del Santo Ecce Homo con una alianza público-privada (APP) que construya el servicio de canopy hasta el balneario Hurtado. Y las bases de la APP para construir el Centro de Convenciones y Eventos, y el Museo Interactivo del Vallenato. Ese mapeo debe revisar, con el apoyo de la Cámara de Comercio de Valledupar, las cifras del Festival Vallenato.

Hablé con José Luis Urón, director ejecutivo de la Cámara de Valledupar, y está dispuesto a acompañar su realización para que, de una vez por todas, veamos la realidad de los números de la ciudad. Él es el más interesado.

Terminando de escribir estas líneas, se supo de la designación del joven vallenato Luis Alberto Rodríguez como director del Departamento Nacional de Planeación (DNP). Es la más grande posición a la que ha llegado un oriundo no solo de Valledupar sino del Caribe, en los últimos años, después de María Consuelo Araujo Castro en la Cancillería. Son pocos los costeños que han arribado a esos cargos en la vida republicana de Colombia. La llegada de Rodríguez al DNP nos permite contar con un interlocutor en el Gobierno que nos ayude a convertir este sueño en realidad.

Los indicadores de pobreza y desempleo de la región dados a conocer en un reciente evento del Centro de Estudios Socio Económicos del Banco de la República, sede Cartagena, y que contaron con las luces del Ph. D. Jaime Bonett y otros respetados profesionales, nos muestran que se está incubando un caldo de cultivo cuyos síntomas son, precisamente, los incrementos de actos delincuenciales que se vienen dando, que pueden desestabilizar la relativa tranquilidad de esa zona.

Se necesita con urgencia un proyecto de desarrollo regional y no solo que Valledupar soporte la carga de ser el nodo de la región, la que debe ser el motor. Sí, que sea el motor, pero que cuente con unos alimentadores de energía en los municipios mencionados que permitan un desarrollo regional incluyente y sostenible.

NICOLAS STORNELLI GARCÍA

​ANALISTA DE TENDENCIAS DIGITALES

COLUMNISTA DE PORTAFOLIO@puertodigital