Armero no olvida a los 25.000 muertos de la peor tragedia de Colombia

Este miércoles se cumplen 34 años de la tragedia de Armero, Tolima, por lo que miles de peregrinos procedentes de Bogotá, Medellín, Ibagué y pueblos como Lérida, Venadillo y Honda visitan con fervor las ruinas para rendirles un homenaje a las 25.000 víctimas que dejó esa catástrofe.

El 13 de noviembre de 1985 una avalancha de piedra y lodo que descendió del volcán Nevado del Ruiz sepultó a Armero, en ese entonces un pueblo de unos 40.000 habitantes y el más próspero del Tolima, donde en los alrededores del parque Los Fundadores funcionaban los bancos Cafetero, del Comercio y la Caja Agraria.

«Cada año es lo mismo: misas, recuerdos y hasta promesas de cambiarle la cara a estas ruinas que nadie cuida ni valora», afirmó un armerita que viajó desde Bogotá para visitar al menos 8 de sus familiares que murieron sepultados por el lodo.

Los que no lloramos es porque llevamos el dolor adentro

Las ruinas de Armero están a lado y lado de la vía y se componen de edificaciones y casas caídas que muestran la dureza de esa tragedia. Durante noviembre las ruinas se llenan de miles de hombres y mujeres que todo el día caminan de un lado a otro contando historias de lo que sucedió, pero algunas familias prefieren pasar buena parte del tiempo en algunas tumbas, entre las que sobresale la de Omaira, la niña de 12 años que se convirtió en símbolo de la tragedia.

La mayoría de familias señalan: «hemos llorado mucho a nuestros familiares muertos y cada año venimos a acompañarlos en sus tumbas, a estar un día junto a sus mejores recuerdos».

Otros llegan

A otros por el contrario les gusta congregarse en familia para recordar las cosas bonitas que tenía su pueblo, como la Iglesia y el parque Los Fundadores, lugares que también fueron arrastrados por el lodo que bajó esa noche por las calles.



«Los que no lloramos es porque llevamos el dolor adentro»,
dijo María Luisa Farfán, una mujer que viajó desde Bogotá a visitar las ruinas.

En una escuela de Armero se oye la voz de una profesora enseñando la historia del municipio y asegura que los niños y jóvenes deben conocer lo que pasó.

La profesora enseña que, primero, el municipio llevó el nombre de San Lorenzo y el 29 de septiembre de 1908 fue erigido como distrito municipal, según decreto firmado por el presidente Rafael Reyes.

Además, les recuerda a sus alumnos que en 1930 tomó el nombre de Armero, según ordenanza de la Asamblea del Tolima en memoria de José León Armero, un prócer de la Independencia que terminó fusilado por el Ejército español en el municipio de Honda.

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Como todos los años, este 13 de noviembre la celebración es un acto central con eucaristía a las 10 de la mañana presidida por numerosos sacerdotes que llegan de Ibagué y los municipios.

En Armero-Guayabal, el pueblo que nació después de la tragedia y que está a 5 kilómetros de las ruinas, es fácil encontrar historias de sobrevivientes pero a la mayoría le gusta tocar temas que tengan que ver con la riqueza del municipio.



«Yo recuerdo que, cuando eso, no había desocupados, lo que faltaban era manos para trabajar porque abundaba el empleo en los cultivos de maíz y algodón»,
dicen los sobrevivientes que pasan los días esperando un empleo.

«El campo era muy productivo, y la gente mucho más trabajadora, no había hambre ni desocupados parados en las esquinas», afirmó un anciano que dijo llamarse Julio. «Mi apellido es Armero, soy hijo de Armero», señaló.

Muchos recuerdan que el pueblo tenía 5 entidades crediticias, empresas de transporte, heladerías, «y la plata abundaba en los bolsillos porque, con trabajo y empresas, nos convertimos en el pueblo más próspero del departamento».

Pero en un abrir y cerrar de ojos un deshielo del Nevado del Ruiz, un volcán a 5.321 metros de altura, compuesto por múltiples capas de lava endurecida, piroclastos y cenizas volcánicas, ubicado en límites de Caldas y Tolima, arrastró con todo porque expulsó arena caliente que derritió la nieve y al formarse una avalancha de piedra, lodo y agua,

Fue una catástrofe de las peores que ha vivido el país, con muertos por montones. Eran tantos que los cadáveres los recogían en volquetas y los apilaban frente a la alcaldía.

Los libros de historia señalan que, a las 11 de la noche, la avalancha sepultó a unas 25.000 personas que dormían en sus casas y no se salvó ni el alcalde de la época, Ramón Antonio ‘Moncho’ Rodríguez, quien a diario repetía que el volcán era una “bomba de tiempo”.

Gustavo Prada, director de la Corporación Casa Armerita, señala en sus escritos que las autoridades de Colombia y hasta los habitantes de Armero, sabían de antemano que una tragedia podría ocurrir.

«Los geólogos habían advertido de las posibilidades de una avalancha por la actividad del volcán nevado del Ruiz y el tema se debatió hasta en el Congreso de la República, pero nadie pudo detener ese desastre”, aseguró Prada, quien le brinda orientación a sobrevivientes en Ibagué, Honda, Lérida y Venadillo.

FABIO ARENAS

Para EL TIEMPO

Armero (Tolima)