El Pavo, icono de la bohemia pereirana durante 38 años
En la esquina de la calle 23 con carrera quinta, está ubicada la fuente de soda El Pavo, lugar mítico de Pereira, reconocido por vender la cerveza más barata de la ciudad pero sobre todo por unir generaciones a través de la tertulia, la música y el salchichón.
Óscar Valencia Molina, nacido en Sevilla (Valle del Cauca), más conocido como El Pavo, es el propietario y fundador de este lugar. Se lo compró a sus hermanas en 1981, por 200 mil pesos, cuando era una miscelánea. Luego la convirtió en tienda mixta, pero sin ponerle nombre y comenzó a vender cerveza y tinto. Debido al cambio, el negocio comenzó a cosechar sus primeros clientes, pensionados que llegaban a la tienda, que abría a las 10 de la mañana.
Valencia rememoró que al ver que la tienda no tenía nombre, un distribuidor de gaseosas le puso El Pavo… Y también, sin querer, le puso su apodo.
Al ritmo de tangos y boleros este lugar empezó a atraer a los bohemios y luego a universitarios que hallaron en el precio de la cerveza su aliado para las rumbas de fin de semana.
El Pavo a sus 72 años vive con su esposa e hijo menor, en el segundo piso de esta popular esquina. Hugo, su hijo, es ahora el administrador del negocio ya que don Óscar dejó de atenderlo hace ya varios años debido a la depresión que empezó a sufrir por causa del trabajo excesivo y el consumo de alcohol.
El Pavo recuerda que su primera rasca fue con don Saúl, un amigo pensionado de las empresas públicas, con quien se amaneció tomando ron. Son muchos los personajes que menciona con nostalgia entre ellos al Capitán Vallejo, un veterano de la guerra de Corea que fue uno de sus primeros clientes; el popular ‘Grillo’ quien hacia mandados a cambio de trago.
Entre sus anécdotas recordó la historia de un cliente que amaneció medio muerto después de una semana de estar tomando. Le tocó parar un taxi y llevarlo a un hospital donde estuvo en coma 15 días y algunos familiares lo culparon de lo sucedido.
Don Óscar no olvida su pasado como jornalero, recolector de café, amante del campo, es un fervoroso creyente “lambeladrillos” agradecido con Dios y la Virgen del Carmen por hacer parte de la historia de Pereira ya que son muchos los abuelos, hijos y nietos que atendió en su negocio y que ahora su hijo continua atendiendo, siguiendo con su legado de buen servicio y buen precio.
ALEXIS MÚNERA
PARA EL TIEMPO