Cuidado con el exceso de confianza

Sin ánimo de parecer pesimista, cada día que pasa y que se publicita que Guayaquil ahora es un ejemplo de superación del tremendo golpe recibido a causa del Covid-19, el pasado mes de abril y que llevamos aproximadamente un mes sin muertes por el virus, da la impresión que se está creando una peligrosa situación de excesiva confianza entre muchos de los que habitamos la ciudad.

No perdamos de vista el hecho de que porque no haya habido muertes no significa que ya estamos a salvo, casos positivos se siguen presentando, aunque claro, no en la magnitud del pico de la pandemia. El Ministerio de Salud Pública al 12 de junio reportó solamente 8 casos nuevos en Guayaquil en 24 horas, sin duda cifras alentadoras pero no como para cantar victoria, no aún.

El problema es que hay actitudes persistentes por parte de la población que obviamente crean dudas y escepticismo. Las distancias en muchos lugares no se respetan y da la impresión que cada vez menos gente usa mascarillas. Las personas han empezado a reunirse, sin ir muy lejos, el día del padre yo mismo fui testigo de cómo unos vecinos realizaron en grande y con mucha algarabía una celebración, observando a varios jóvenes barcelonistas reunidos en las afueras del cementerio por el fallecido Prefecto del Guayas Carlos Luis Morales, sin ninguna protección y codo a codo, en fin una serie de situaciones temerarias de gente que creen ser inmunes.

El 19 de junio de 2020, la Organización Mundial de la Salud (OMS) emitió un nuevo reporte de alerta frente a una “nueva y peligrosa fase” del Covid-19. Y es que en verdad este enemigo está ahí todavía al acecho. O puede que tengamos demasiada suerte o ¿estaremos ya inmunizados? en el caso de Guayaquil, porque por más de que exista el Comité privado de emergencia contra el corona virus que opera en nuestra ciudad, no existe ninguna garantía de que se pueda experimentar un rebrote del virus. Las mismas autoridades lamentablemente no ayudan mucho en este sentido pues son los primeros en publicitar sus grandes logros, como si fuera así de fácil contener a este enemigo invisible, despiadado e implacable. Se necesita mesura y más que nunca demostrar liderazgo siendo críticos de sí mismos, no decayendo en los esfuerzos por preservar y exigir el orden y la obediencia. Esto no nos quita en nada nuestra libertad para seguir trabajando y produciendo que es lo que más necesitamos ahora para reactivar nuestra economía, pero sin perder de vista al enemigo.

El popular refrán Juan Seguro vivió cien años, es pertinente hoy más que nunca. Estando en semáforo amarillo podemos circular más horas, podemos ir a algunos comercios, movilizarnos con más libertad, pero siempre debemos hacerlo siguiendo las medidas de seguridad y precaución, que si los otros no las cumplen, pues nosotros sí. Es a ratos incómodo el uso de la mascarilla y muchas restricciones que aún existen, pero es por ahora la mejor opción que tenemos como sociedad hasta que llegue una vacuna o el famoso Covid-19 “desaparezca”. No podemos exponernos. El riesgo está latente. Creer que exponiéndonos nos hace inmunes puede tener un costo demasiado elevado y lo mejor, me parece, es no averiguarlo. (O)