Sin ser pesimistas, parece que nos espera cuatro años más de lo mismo

Nadie pudo imaginar que los abrazos de fin de año en 2019 significarían un deseo de poder llegar vivos al 31 de diciembre del 2020. Estamos a casi tres meses de que termine -sin duda- el peor año del siglo XXI para el Ecuador y el mundo; y aún no cesa el temor por esta pandemia que enfrentamos.

A ello se une una incertidumbre por el futuro, en un país lleno de desigualdades e injusticias. Pedir que cada ciudadano contribuya a buscar un cambio a esta realidad suena utópico. Es como nadar contra corriente, no por la falta de voluntad de nuestro pueblo, sino porque la estructura estatal está construida para privilegiar a ciertos sectores vinculados con el poder económico y político.

Los próximos comicios presidenciales no presentan ninguna propuesta distinta a lo que hemos vivido los últimos 40 años. Sin ser pesimistas, parece que nos espera cuatro años más de lo mismo y con ello casi medio siglo desperdiciado.

Durante este tiempo, Ecuador debe prepararse para generar propuestas innovadoras, con gente capaz, honesta y con experiencia, que supere las caducas tendencias de derecha o izquierda. Para lograr aquello, el país tiene profesionales -hombres y mujeres- que pueden realizar esta tarea, pero requieren el involucramiento civil. Necesitamos superar un Estado de partidos y lograr un poder ciudadano.

Debemos unirnos en una propuesta común, pero no previo a elecciones sino desde ahora, con el objetivo de alcanzar el poder político de manera democrática. Ello implica un trabajo en el hogar, en el barrio, en la ciudad, en el país entero.

Depongamos actitudes personales y entendamos que solo unidos tendremos opción de cambiar las estructuras de un país, para que las futuras generaciones gocen de un Ecuador equitativo y de oportunidades, que ha sido esquivo para abuelos, padres y nosotros mismos.

Piensa Ecuador en aquello, piensa en el poder de la unidad, piensa en el poder de la gente.