En un acto de valentía, Juan Camilo fue el único voluntario capaz de pararse frente al perro que le enseñaba sus dientes con determinación. Sus compañeros esperaban expectantes a que el canino atacara al joven, protegido con una vestimenta especial.
La escena era una muestra de entrenamiento del cierre del ‘Primer ciclo de la estrategia de fortalecimiento emocional por medio de terapia asistida con perros para jóvenes del sistema de responsabilidad penal adolescente’.
Mientras el canino esperaba la orden del entrenador para mostrar al público el nivel de obediencia desarrollado por medio de un trabajo continuo, las funcionarias de la Secretaría de la Juventud, despacho responsable del proyecto, contaban a los asistentes los resultados del primer año de trabajo conjunto.
Tanto Juan Camilo como los otros 13 jóvenes, que estuvieron presentes en la entrega de certificación por las 12 sesiones de entrenamiento, hacen parte de los 100 vinculados a esta estrategia. Ellos pertenecen a los centros San José, Luis Amigó, San Gerardo y el programa de Seguridad Social.
Los perros pasan por una serie de pruebas para determinar su nivel de adaptabilidad social
Cortesía Secretaría de Juventud
La estrategia, enmarcada en el proyecto Jóvenes R de la Secretaría de Juventud, es una de las cuatro líneas que tienen como objetivo fortalecer las capacidades de autoagenciamiento de los jóvenes que viven alguna situación de vulnerabilidad.
El proyecto comenzó, según una de las profesionales de la Secretaría, con una prueba piloto aplicada a un grupo de adolescentes de La Acogida, quienes con una jornada de trabajo demostraron resultados lo suficientemente positivos para replicar la iniciativa a una escala mayor.
“Cuando los jóvenes hacen parte del sistema de responsabilidad penal es porque ya han cometido faltas a las normas. Pero, usualmente, lo que encontramos es que son jóvenes victimizados por diferentes causas”, contó la funcionaria, quien también destacó como uno de los resultados la identificación entre los perros y jóvenes al tener condiciones similares de abandono emocional.
«Los jóvenes que se encuentran con los perros identifican en su pasado unos elementos similares porque, por lo general, cuando estos están en el sistema de responsabilidad penal, lo que encontramos es que han sido victimizados, que provienen de unos hogares agresivos o de abandono afectivo, de una violencia estructural que está presente en nuestra sociedad”, explica la funcionaria.
Y es que los 18 perros ‘coterapeutas’, como son identificados en el programa, pertenecen a la Fundación Instintos, un refugio que tiene como objetivo el cuidado y la búsqueda de hogares permanentes para perros y gatos en condiciones de abandono.
Según Sara Jaramillo, directora de la Fundación, los perros seleccionados pasaron por una serie de pruebas en las que fueron evaluadas las condiciones de adaptabilidad y agresividad para determinar si eran aptos o no para acompañar a los jóvenes y adolescentes.
Cuando los jóvenes hacen parte del sistema de responsabilidad penal es porque ya han cometido faltas a las normas. Pero, usualmente, lo que encontramos es que son jóvenes victimizados
“Cuando los perros tienen cierta formación de habilidad social, empezamos a trabajar con estos jóvenes que nos ayudan en el proceso de generalización de conductas para que el perro pueda no solo responderle a un adiestrador, sino a diferentes personas”, asegura Jaramillo.
Tanto la directora, como el resto del grupo de profesionales y los jóvenes beneficiados con la terapia asistida, esperan que el programa sea replicado, no solo en los sistemas de responsabilidad penal, sino también con los demás jóvenes en condición de vulnerabilidad que se encuentran en la ciudad.
Carolina Ruiz
Para EL TIEMPO
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