El hotel caleño que fue del ‘Chapo’ Guzmán y lucha por no desaparecer

Con pruebas de polígrafo, los empleados de uno de los hoteles que fueron levantados en la época de lujo del narcotráfico en Cali tienen la misión de mantener el brillo de ese edificio en el norte de Cal, desde cuya terraza, incluida una piscina, se aprecia el Cerro de las Tres Cruces.

Es cambiar un pasado de hace 17 años cuando el Plaza de Versalles entró en un proceso de extinción de dominio porque sus primeros dueños fueron señalados por la Fiscalía de tener nexos con mafia, primero del cartel local y luego de las redes de droga de México. La meta es mantener las puertas abiertas durante las 24 horas, dice el depositario provisional, Gilberto Enrique Rodríguez Rojas. Los trabajadores hablan de la resiliencia para que los clientes entiendan que están luchando contra la adversidad del pasado y la alta competencia.

En sus salones y sus 47 habitaciones se vivieron fiestas de ‘capos’ y testaferros. Fue en julio del 2009, cuando la Unidad de Lavado de Activos de la Fiscalía ordenó la incautación de 62 inmuebles, 10 vehículos y 6 sociedades comerciales en nueve ciudades del país que eran manejados por carteles, entre ellos, el de Sinaloa, que ha sido considerado por la DEA como una de las organizaciones de narcotraficantes más poderosas y violentas de México.

El jefe de este cartel era Joaquín el ‘Chapo’ Guzmán, quien en el 2001 y 2014 se fugó de prisiones mexicanas y fue recapturado en 2016, por lo que ahora está en juicio en Estados Unidos. El Cuerpo Técnico de Investigación estableció que los bienes los compraban a través de transacciones realizadas por la sociedad de inversiones, que también fue ocupada en 2009 por la Fiscalía. Esa firma había negociado varias casas en el barrio Ciudad Jardín, uno de los exclusivos del sur de la capital del Valle.

Y aunque desde hace cuatro años, el Estado ha contemplado la posibilidad de vender bienes que han sido expropiados al narcotráfico en el país, lo cierto es que el hotel Plaza Versalles de Cali, uno de los inmuebles que pasaron a la Sociedad de Activos Especiales (SAE), constituida en 2012 tras la liquidación de la Dirección Nacional de Estupefacientes, hoy está en su punto de equilibrio, pese a los embates económicos después de que se abrió el proceso de extinción de dominio hace nueve años.



Más del 80 por ciento de 20.000 bienes en todo el territorio nacional que están dentro de la administración de la SAE están en esa extinción,
de los cuales, alrededor de 5.200 se localizan en la capital vallecaucana.

Pero mantener el hotel Plaza Versalles abierto y remodelado es una tarea titánica, como lo reconocen los 20 empleados del hotel cuya matrícula da cuenta que inició su operación en una época de lujos a partir del 14 de noviembre de 2001 con un activo en ese entonces de 7.319 millones de pesos.

Hotel Plaza Versalles

El hotel Plaza Versalles era manejado por el Cartel de Sinaloa, cuyo jefe era el ‘Chapo Guzmán’, y fue incautado en 2009.

Foto:

Juan Pablo Rueda / EL TIEMPO

De hecho, el hotel debe mantener hoy un tope mínimo de ventas por 85 millones de pesos mensuales, al tiempo que ha ido pagando deudas acumuladas por servicios de agua y energía atrasados que sumaban más de 30 millones y de que fue desfalcado casi una década atrás en 1.700 millones de pesos, cuando estaba a cargo de la Dirección Nacional de Estupefacientes (DNE) y se abrió´una investigación a particulares.

La nómina debe ser pagada por el Estado mismo y muchos de sus empleados son universitarios entre administradores de empresas, contadores y una comunicadora social, quienes se postularon a cargos oficiales y una vez seleccionados tuvieron que pasar las pruebas de polígrafo para corroborar su grado de honestidad y que no tuvieran ningún antecedente judicial ni cuestionamiento moral.

“Nuestra administración surge desde agosto el 2014 en adelante y está preocupada por la recuperación del hotel”, dice el contador Rodríguez Rojas, quien recalca que cuando llegó en ese año al hotel como depositario provisional para administrarlo después de otros tres depositarios tuvo que empezar restaurar cerca de la mitad de las habitaciones conservando el estilo de los años 80, así como tres salones para eventos empresariales y académicos, cada uno con capacidad de 100 personas.

Existen muchas estructuras de concreto que hoy buscan dejar su pasado atrás, renovar su imagen y prestar un servicio de calidad

“Salirle adelante a la adversidad y tener la capacidad de reconstruirse son historias frecuentes en seres humanos, pero también existen muchas estructuras de concreto que hoy buscan dejar su pasado atrás, renovar su imagen y prestar un servicio de calidad”, anota la directora comercial del Plaza Versalles, Luz Marina Tigreros, con magíster en gestión pública.

“Esta es la historia del Hotel Plaza Versalles hoy administrado por el Estado; con empleados que buscan su permanencia para el bienestar de sus familias, un trabajo arduo de chefs, cocineras, camareras, botones, mantenimiento, un administrador, una tesorera, una contadora, y un mensajero; todos de familias trabajadoras, pujantes y soñadoras; quienes incansablemente rondan permitiendo el servicios las 24 horas; aquellas que suben, bajan los 10 pisos de las instalaciones, borrando su historia adversa y pintando una nueva de éxito”.

El hotel no solo ha debido pasar por esos vaivenes de estar en opulencia y caer a la crisis. En el 2016, en una administración pasada, se destapó el escándalo por la desaparición de los más de 1.700 millones de pesos que pertenecerían a la Dirección Nacional de Estupefacientes, entre 2009 y 2011.

Vinieron otras administraciones que intentaron componer los enredos. De acuerdo con el actual administrador del hotel, fue necesario ‘poner la casa en orden’ y empezar a pagar salarios de los trabajadores que se debían desde 2005. De 40 empleados que había en la época en que la DEA suministró información a la Fiscalía sobre las operaciones del cartel de Sinaloa en Colombia, el hotel redujo su nómina a la mitad.

El contador Rodríguez Rojas, al igual que la directora comercial y la administradora de empresas Irene Hernández, coordinadora administrativa del Plaza Versalles, sostuvo que el hotel, pese a las adversidades, al proceso de extinción y a que hacen falta los 1.700 millones de pesos, el establecimiento está a la altura de los demás hoteles con servicios de calidad.



En las cuentas ya no hay ningún pasivo en cuanto al pago de la nómina,
unos 35 millones de pesos mensuales, ni tampoco a proveedores de alimentos, por ejemplo, para que el restaurante funcione de lunes a domingo, además de que ya se le hace mantenimiento a la piscina en la tradicional terraza con vista al emblemático cerro tutelar caleño Las Tres Cruces.

“El hotel nunca ha cerrado y aunque como toda empresa ha tenido que hacer ajustes se ha buscado siempre por ofrecer más servicios”, insiste Rodríguez Rojas. No obstante, dijo que se requieren unos 250 millones de pesos para que un área en el sótano del hotel se vuelva otro salón para eventos con capacidad para 200 personas porque en muchos casos se han quedado cortos por la demanda de usuarios.

Uno de los empleados más antiguos del hotel es el capitán de meseros, Nelson Hurtado, quien llegó al lugar en 2005, cuatro años antes de la extinción. “El hotel siempre permanecía lleno. Sus 47 habitaciones, entre ellas, una suite. Había mucho movimiento. Sin embargo, hoy estamos trabajando muy fuerte para continuar porque vale la pena y porque tiene potencial por todo lo que se ofrece”, aseguró este caleño de 59 años.

Hotel Plaza Versalles

Cuenta con 47 habitaciones, entre ellas, una suite. Los empleados del hotel han tenido que luchar para salvar al hotel, quien es administrado por el Estado.

Foto:

Juan Pablo Rueda / EL TIEMPO

El año pasado llegaran huéspedes de Ecuador y este año, de Inglaterra. “Queremos que la gente conozca esta historia. Somos empleados del Estado y estamos aquí dándolo todo por el hotel. Fuimos seleccionados para hacerlo y tenemos personas con talento”, dijo la directora comercial.

“El hotel no cierra nunca y aquí hay personas que están trabajando y trasnochando por entregar un servicio de alta calidad», concluyó la funcionaria, mientras los 19 empleados restantes seguían con sus labores, algunos subiendo y bajando por los 10 pisos del edificio en el barrio Versalles para mantener las puertas abiertas siempre.

CALI