En el caso del departamento de Caldas no está clara la cifra de pérdida de vidas humanas durante el sismo del 25 de enero de 1999. La Cruz Roja indica que fue una, mientras el registro histórico de este diario señala dos más.
La victima identificada por el organismo de socorro internacional es la del entonces tesorero del municipio de Chinchiná, Jorge Enrique Ramírez, quien murió de un ataque cardíaco tras el movimiento telúrico.
Mientras tanto, EL TIEMPO, para la época, registró también la muerte de las hermanas Martha y Luz Elena Taborda, quienes al parecer, perecieron al caerles una tapia encima en el municipio de Palestina.
Dado que las afectaciones mayores se presentaron en Quindío y Risaralda, la labor de Caldas fue de apoyo humanitario. Sus organismos de socorro fueron los primeros en llegar a Armenia.
El capitán Oscar Mejía, delegado nacional de bomberos por Caldas y quien en 1999 dirigía a los socorristas de Riosucio, indicó que Caldas fue el primer ayudante en esta tragedia. “Caldas fue el que más ayudó en labores humanitarias. En promedio fuimos 300 socorristas de Bomberos, Cruz Roja y Defensa Civil. Durante tres meses apoyamos esa difícil situación que por suerte no afectó a nuestro departamento”.
El oficial manifestó, además, que la tragedia también dejó retos para los socorristas, quienes necesitaron apoyo psicológico para superar las difíciles escenas que presenciaron. “Cuando llegamos después de atender la tragedia tuvimos que contratar psicólogos y psiquiatras para que hicieran tratamientos postraumáticos al personal porque las imágenes de bebés aplastados por una placa de cemento no hay forma de olvidarlas”, añadió.
En cuanto al daño de edificaciones, varios municipios tuvieron afectaciones. En Riosucio hubo fisuras en ocho viviendas, mientras que en Chinchiná resultaron afectados el edificio de la Alcaldía y el parque central. En Palestina, entre tanto, hubo daños en 24 viviendas.
En Manizales se presentaron afectaciones de consideración en varios edificios como el Cuéllar, Colmenares, la Gobernación de Caldas, la Universidad Nacional y la Catedral Basílica.
El actual comandante de Bomberos de la capital, Jorge Quintero, ratificó que los daños en la ciudad fueron mínimos, por lo que pudieron volcarse a la colaboración con los afectados.
“En Manizales había mucha tensión por la cercanía y lo fuerte que se sintió, pero al no haber desastres de gran magnitud permitió que la ciudadanía fuera muy solidaria con las ciudades hermanas”.
Quintero agregó que el mayor reto que dejó el terremoto fue estar preparados y educarse. “Hay una premisa que dice que los terremotos no matan a nadie, que lo hacen las estructuras mal hechas. Por eso desde ese momento la insistencia son las construcciones sismorresistentes. Eso, junto con la preparación de la ciudadanía, ha sido el reto”.
LAURA USMA
PARA EL TIEMPO