En esta sección podrá encontrar información sobre las figuras que jugaron un papel relevante dentro del proceso de independencia que vivió nuestro país hace 209 años pero que en los libros de historia no han tenido el mismo protagonismo.
Juan José Rondón – El Centauro del Llano
Guárico, 1790 – Valencia, 1822
“Salve usted la patria”, le dijo Bolívar a Rondón en 1819 en el pantano de Vargas. Hijo de esclavos que compraron su libertad, y convertido en comandante de la caballería patriota, saltó al mando de llaneros de todos los colores y rompió las filas españolas. Rondón, como otros muchos afroamericanos en Hispanoamérica, se había enlistado en 1812 en las tropas realistas, en las que alcanzó el grado de capitán gracias a su destreza con la lanza a galope. El héroe del Pantano de Vargas fue recompensado por Bolívar con una hacienda cañera en Valencia (Venezuela), para cuyo sostenimiento contaba con 21 esclavos. Allí, el Aquiles del Llano pasó sus últimos momentos junto a su esposa y tres hijas. En 1822, una leve herida de guerra en el talón se infectó y le causó la muerte.
Antonia Santos Plata – Rebelde hasta la muerte
Pinchote, 1782 – Socorro, 1819
“Constancia y valor, mis queridos amigos: prudencia sobre todo. Así pronto avisaré a ustedes la hora (…) de purgar a la tierra de estos malvados”. Con estas palabras, Antonia Santos culminó su última carta dirigida a quienes combatían en la guerrilla de Coromoro. Se formó en un ambiente de rebeldía y descontento, ya que su familia participó en la lucha de los comuneros. Según algunos, fue bautizada en honor a José Antonio Galán. Vendió la mayor parte de sus joyas, sacrificó su caudal, reunió armas y víveres, y su hacienda familiar, El Hatillo, fue el centro de reunión de esta guerrilla. El 12 de julio de 1819, los realistas la apresaron y fue ejecutada dos semanas después en la plaza de El Socorro. Antonia no negó ninguno de sus cargos, rechazó las ofertas de libertad y no reveló los nombres ni la ubicación de sus compañeros.
José Domingo Díaz – El monarquista ilustrado
Caracas, 1772 – Madrid, 1834
“Han pesado sobre mí todos los males que han sido inseparables de aquella feroz e insensata rebelión”, escribió José Domingo Díaz, en 1829, en sus Recuerdos sobre la rebelión de Caracas. Opositor de Bolívar y de la Independencia, Díaz fue uno de los muchos americanos que, fieles al Rey, defendían el dominio español en América. Su vida tuvo mucho de inusitada: fue acogido por dos sacerdotes tras ser abandonado por sus padres y logró ascender socialmente gracias a que se formó en la Universidad de Caracas como médico. Fue hombre de ciencia, escritor, traductor, editor de la Gaceta de Caracas, ministro e intendente. Trabajó por el retorno de la monarquía imaginando ese día como el más feliz de su vida. Murió en Madrid, a la espera de ese sueño.
EL TIEMPO*
Investigación de la Universidad Nacional de Colombia, Universidad de los Andes y Universidad del Rosario